No quería ir al cole. Punto. Y mi madre, que era menos "consentidora" que mi padre, me regañaba, y me recordaba mis obligaciones como niña, y las suyas como adulta.
Y el mundo seguía, y al día siguiente, ya no te acordabas del miedo y era todo igual.
El año pasado, al entrar por la puerta del cole y ver el cartel de "Bienvenido al nuevo curso", mi peque le dio la mano a su amigo, fuertemente. Estaban juntos en ese trance. A mí se me hizo un nudo en la garganta, sólo de ver esa escena. Posteriormente, lloré cuando estaban ya entrando.
Éste año,"ya son mayores" y comentaron sus miedos de la siguiente forma:
Mi niña: "Anoche no podía dormir, porque se me movía un diente, y me daba miedo tragarmelo."
El amigo: "A mí es que me dolía la tripa."
Total, cero nervios, no pasa nada.
Y no pasaba, porque cuando los recogimos, no había novedades. La rutina de siempre. Todo igual. Atrás ha quedado la noche de dolor de tripa.
Recordáis esa sensación? Qué haciáis? Qué pensábais?
Y cómo padres? Yo sigo sintiendo un enorme vacío, cuando la veo entrar a clase ese día...
Y de los días previos? qué me decís de los preparativos? Libros; libros que faltan, libros que hemos comprado mal, tardes y noches forrándolos. Uniformes, prestados, heredados, comprados (por cierto, odio que sigamos con faldas chicas y pantalón chicos), materiales, el estuche que no se nos olvide...
El curso ha comenzado, ya hemos pasado fase nervios y estrés. Nos tomamos un cafelín para relajarnos ya? Bueno quizás una tilita...
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